A través de la trampilla III: Ajedrez Cooperativo

El libro de Harry Potter es una historia de amistad. Harry, Hermione y Ron viven una serie de aventuras que van uniendo sus lazos de manera cada vez más estrecha. Cada uno tiene sus características y a Ron siempre lo leemos como alguien un poco patoso y torpe.
Pero, como cada uno de nosotros, tiene muchas cualidades que surgen cuando hacen falta.

Una de las pruebas finales que han de pasar para alcanzar la Piedra filosofal es una partida de ajedrez, algo más peligrosa que las de los muggles. El encargado de jugarla es Ron, el que más habilidad tiene con este juego.
 Nosotros no queríamos perder esta partida, así que llevamos unas cuantas sesiones entrenando, al menos 2 sesiones de 30 minutos semanales.

Una brujita ha traído este ajedrez hecho con goma eva, y lo hemos puesto en el techo.


Para hacerlo más entretenido hemos creado una batalla de casas. Los miembros de cada casa sabían que debían enseñar todas sus estrategias y artimañas para que sus compañeros pudieran vencer a las  otras casas. En algunos casos han tenido que empezar por lo más básico: aprender a jugar. Al final, sin ayuda de Dumbledore, han aprendido todos las normas del juego y los movimientos de cada ficha.



Una vez que todos estaban preparados, hicimos 4 liguillas (estamos ya en el capítulo 15 del libro). Cada casa colocaba a sus miembros en orden según su sapiencia ajedrecística. Así tenemos en cada liga un jugador de casa, con niveles más o menos similares. Dentro de cada liguilla todos juegan contra todos, en partidas de 20 minutos (con árbitros) y ganando 3 puntos por partida, y 1 por tablas.

La premisa de esta batalla estaba clara: divertirnos jugando  al ajedrez. Si perdemos una partida no pasa nada, aprendemos jugadas para la próxima y mejoramos con cada derrota.



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